Seguidores

El Origen Del Miedo

            Cuentan los sabios que, cuando Tiempo aún era joven y Pasado no era Futuro sino Presente, vivía en Tierra hombres sin miedo. Estos hombres, dueños de la llama roja, conocida hoy como Fuego, y de los misterios de los frutos crecientes,  Agricultura, y amos de los animales, vivían en comunión; teniendo como único enemigo, mucho antes que a Muerte, a Hambre. Hambre acechaba en el estómago de los hombres sin miedo. Cuando este aparecía durante mucho tiempo sin alimentarse de los frutos de Agricultura sabían que esta no tardaría en llegar, de ahí que temieran más a este que a esta. Tiempo transcurría lentamente observando a los hombres sin miedo, dándoles longevidad y permitiéndoles el disfrute de Vida. Vida no  conocía a Tiempo, tampoco a Hambre ni a Muerte, únicamente a ella misma; no sabía nada de nadie, pero lo sabía todo de sí misma. Realmente sí conocía a Muerte, pero como Tiempo apenas sí se relacionaba con él a Vida se le olvidaba rápidamente.
Alma, cobijada en el pecho de los hombres, inquieta, de alguna manera segura de sí misma y valiente, ayudaba a los hombres alejando a Miedo. Cuando Alma abandonaba a los hombres, lo cual ocurría cuando vivían solos y sin compañía de nadie, Miedo se introducía en el cobijo de Alma y nos destruía. Sin embargo, hasta que Miedo, aliado con Pesadilla, no se apoderó de Presente y Fuego, engañándoles con astutas argucias y sofismas, no pudo carcomer al hombre sin miedo, arrebatándole sus apellidos y convirtiéndolo en hombre a secas, sin más, desprovisto de ese sustantivo tan importante.
            Todo ocurriría bajo la ayuda de Noche, cuando Miedo habló con Fuego. Habían conversado desde el despertar de Día. Miedo engañó a Fuego diciéndole que:
Hombre se ha cansado de ti. Hombre dice que, a veces, calientas demasiado, que, de vez en cuando, habías quemado a alguien, y que si tú, Fuego, si te ibas de las manos, si alguna vez te juntabas con Cólera, todos y todo quedaría arrasado –Miedo  le recordó a Fuego que nació de un rayo, de un casual rayo que partió a un casual árbol–: Los hombres te mantienen la llama viva desde entonces y...
Fuego no creyó una palabra, ¿o sí?…:
– ¿Cómo sabes esto? Tú, espía de Serpiente. Demuéstrame que lo que dices es cierto.
–Lo dicen los hombres –continuó Miedo sabiendo que Fuego sentía curiosidad– si no me crees a mi pregúntale a Pesadilla, ella lo sabe de primera mano. Dicen los hombres que mantenerte vivo es muy aparatoso para ellos, que están cansados, que Sueño lleva días sin aparecer, dicen que Pesadilla le sustituye por las noches, y claro, la muy pícara me llama a mí. Ella te lo mostrará. Te mostrará el piensasueño de Hombre
Pesadilla, que llevaba escuchando toda la conversación, estaba allí para confirmarlo, sin palabras, ella no hablaba, no lo necesitaba. Le mostró a un hombre rociando agua sobre las últimas brasas donde dormía y fue entonces cuando Fuego, engañado, se unió. Pero Miedo, artífice del plan, sabía que al menos necesitaban a Presente, para una sola cosa, evidentemente, para hacerse presentes en los hombres haciéndose pasar por Presente. También sabía que a Presente no se le podía engañar igual que ha Fuego, porque Presente no hacía caso más que a Tiempo. Esto era lo más difícil de todo. Pero Miedo era muy astuto. Miedo no podía introducirse, por medio de Pesadilla, dentro de hombre mientras Alma estuviera cobijada en su pecho. Así que pidió a Pesadilla que le presentara a Futuro a Hombre. Haciendo ver a Hombre que Futuro era quien le esperaba, mostrándole que Presente lo abandonaría si no dejaba la comunidad, si permaneciera en ella. Y así fue, Pesadilla realizó la función a la perfección. Esa noche un  hombre se levantó sin Miedo, pero sobresaltado, e hizo lo que su mente le pedía. Puso a Fuego en un palo y se marchó de la comunidad. Se alejó de ella. Fue cuando, ya lejos de toda civilización, Fuego se alzó entre los árboles en un descuido del hombre, Pesadilla apareció en la mente de este, Alma se sintió fría, distante, cobarde y quieta; y, Miedo, aprovechando la ocasión, se guareció en su pecho arrebatando a Alma el lugar que le correspondía. El hombre sintió Miedo por primera vez. Hambre no tardaría en llegar y Muerte tampoco.
A Fuego se le abrieron los ojos y se dio cuenta de su irremediable error; ya sin control lo único que podía hacer era arder sin consumirse, y así fue. Los hombres vieron a Fuego desde la distancia. Faltando uno de los suyos fueron en su busca, el único hombre con Miedo se perdía despavorido entre los bosques, alejándose de las llamas, los brazos de Fuego. Miedo se alimentaba cada vez más rápido de él, y Alma se perdía en Cielo. Vida avisó a Tiempo de que Fuego estaba descontrolado. Tiempo sabía perfectamente lo que tenía que hacer y avisando a Cielo convocaron a Agua, que primero de vaporizarse se condensó y se vertió sobre Fuego. Esto a su vez impidió que Alma subiera hasta Cielo y volviera a Tierra, que la retuvo para buscar al único hombre con Miedo. Este hombre se guareció de la lluvia en una cueva, por la cual se fue adentrando hasta perderse. Solo, sin Alma y con Miedo acechándole Hambre y de la mano de este Muerte. Los hombres con Alma iban tras su busca, pero, sin Fuego, bajo Noche, todo resultaría el doble de difícil, y esperar a Día podría resultar demasiado tarde para todos. Persiguieron las huella dejadas por su amigo desde donde Fuego había empezado a extenderse; el cual ahora parecía extinguirse en una natural lucha frente a Agua, que seguía precipitando a ritmo temporal.
Las nubes que cubrían a Cielo ayudaban indirectamente a Noche consiguiendo que Tierra fuera la boca de un lobo, pero Sol, siendo astuto, más astuto incluso que Miedo, llamó a Luna. Esta se dejaba ver entre las nubes. Buscaba huecos en estás para emitir luz lunar. Además a Tiempo se le ocurrió la gran idea de llamar a Trueno. Los hombres lo agradecieron, y con la ayuda prestada consiguieron encontrar el fin de las huellas, que acababan en el umbral de una cueva. Pero ni Luna ni Trueno podían iluminar dentro de ella. Asique Rayo llamado por su hermano Trueno, cayó desde Cielo partiendo  un árbol y haciendo reaparecer a Fuego. Los hombres junto con Alma no desaprovecharon esta ayuda y depositaron a Fuego en palos. Aun así y todo la astucia de Miedo no tenía límites. Todo seguí hasta ahora bajo su plan. La distracción recaía sobre el único hombre donde él se cobijaba y no bajo la mirada de Agua, que sin ella saberlo comenzaba a desbordar a Cauce, y es que casi todo es controlado por Tiempo, sin embargo, cuando los lacayos de Mal se unen, él no puede  encargarse de todo.
Los hombres a los que Alma acompañaba se adentraron finalmente en aquella cueva, profundidad de fondos marinos, principio de universo, negro oculto; iluminado ahora por peces abisales, estrellas minúsculas, amarillo sol.
El inanimado hombre que avanzaba a tientas por la cueva comenzó a oír a sus amigos. Habló y recibió palabras, pero eran solo el eco propio de su garganta que volvía a sus oídos. Después de vagar horas cautivo de Obscuridad, comenzó ahora la escucha de voces que no eran el eco de sus cuerdas vocales, sino el rescate de Luz. Miedo no pudo soportar la presencia de Alma y, veloz, abandonó el cobijo de esta.
Pero como cuentan los sabios, Miedo no desapareció del todo de este cobijo, no. Parte de él quedó anclado, al igual que parte de Alma permaneció fija: y, al igual que esta, puede volver y repartirse de ser a ser, este es igual de capaz. Por tanto, cuando Agua desbordó, Tierra comenzó a inundarse. Lo que Cielo y Tiempo comenzaron, difícilmente podían finalizar tan rápido. Solo quedaba esperar, esperar al menos a Sol para que con Luz aportase junto con Rayo esperanza.
Ahora el pasado se ha hecho futuro y presente, es decir, estamos en la actualidad. El miedo sigue dentro de nosotros, nunca nos abandonó. Cuando los ríos que corrían por los cauces se vieron desbordados por el agua y la tierra se inundó aprendimos a combatirlo, nos ayudamos entre nosotros y superamos el mal trago que nos asoló. Convivimos durante mucho tiempo juntos, pero nos fuimos separando. El fuego ya no sé utilizaba únicamente para ayudarnos, para separar la oscuridad del cielo nocturno con la luz del cielo diurno. La peor de nuestras pesadillas ni mucho menos es el hambre, porque este ha pasado a un plano muy inferior en la sociedad, sin incluir la pobreza extrema de los países subdesarrollados. Nuestras vidas quedaron más completas de miedo que de alma, parecemos haber olvidado cómo combatir este miedo. Porque olvidamos que el trueno puede llamar al rayo y este al fuego que nos ayudó a subsistir y ahora lo utilizamos en nuestro beneficio para autodestruirnos. Porque aunque todo nos una más que nunca y las redes sociales  parezcan acercarnos al prójimo, aunque en pocos minutos podamos acercarnos a los demás y creamos que podemos comunicarnos mejor entre nosotros, no es cierto. Y todo este tiempo que ahorramos lo perdemos en algo mucho menos importante frente a lo que de verdad importa: disfrutar de la vida a sabiendas de lo insignificante que somos y, a la vez, lo grandioso que podemos llegar a ser. Porque en ese pequeño ahorro de tiempo es donde está la verdadera felicidad y aún no hemos aprendido a aprovecharlo.


Fin

Comentarios

Entradas populares de este blog

Una Apuesta Perdida

Con el Otoño

El Precio de la Soledad